Fotografía cedida por Luis García (Cualquier día...)

Los menceyes legendarios

Para terminar con las listas de menceyes de Tenerife, voy a añadir a los reyes "legendarios" de Juan Bethencourt Alfonso.

El historiador, en su Historia del Pueblo Guanche, nos refiere una lista dinástica de los reyes guanches que hubo antes del último mencey unitario de Tenerife, si bien ya nos avisa él mismo que son más fabulosos que reales.

Según él, el mencey más antiguo que se recuerda es Archinife de Adeje, que fue derrocado por el noble Ucanca, el cual fundó una nueva dinastía. Tras esto, y descendiente de este Ucanca, llegó Binicherque, que casó con una princesa de Gran Canaria.

Siglos después aparece el belicoso Chíndia, que ocupó el cargo de mencey después de derrotar a sus tíos. Muerto Chíndia, la isla se dividió entre su hermano Armeñime y su hijo Vinque, que murieron a la vez en batalla. Así quedó heredero Betzenuriga, si bien sus tíos Taburco, Naga y Góymar se coronaron por sus provincias respectivas de Teno, Anaga y Güímar.

Betzenuriga derrotó a sus tíos, porque según Bethencourt Alfonso, citando a Marín y Cubas, en 1347 era ya rey único de Tenerife.

Le sucedió Titañe, que también disputó el trono con sus tíos. Su hijo, Sunta, derrotó a los hermanos de su padre, que se habían instaurado como reyes de sus territorios. Y llegamos al último rey único, Tinerfe, que habría de dividir el reino en nueve y dar comienzo a las dinastías.

Toda esta dinastía legendaria carece de más informaciones al respecto.


Comentario a la lista legendaria
Nótese que algunos nombres de estos reyes se corresponden con topónimos, como ya hiciera Viana en su poema, y que esto no solía ser práctica habitual entre los bereberes canarios y continentales.
  • Chíndia; monte en Adeje y barranco en Guía de Isora.
  • Ucanca; varios accidentes geográficos en torno a Las Cañadas del Teide.  
  • Armeñime; núcleo de población y barranco en Adeje.
  • Archinife; antiguo lugar en Santiago del Teide.
  • Cherque; hoy Cheque, lugares en Adeje, Guía de Isora, Arafo y Candelaria.

Los últimos menceyes

De los menceyes que hubo durante y después de la conquista, diferentes de los de las listas anteriores, pocos historiadores son los que dan noticia.

Muerto Bencomo en la batalla de la Laguna, Alonso de Espinosa y Torriani dicen que los guanches eligieron a un hermano suyo por rey —Himenechia lo llama Torriani—. Sin embargo, los datos aportados por Gregorio Chil y Naranjo en la llamada información Trejo-Carvajal, coetánea de los hechos, aclara que muerto Bencomo le sucedió su hijo Bentor. Las datas de repartimiento también confirman el nombre del último mencey de Taoro.

Los investigadores creen que los demás menceyes sobrevivieron a la conquista, rindiéndose a Alonso Fernández de Lugo en la Paz del Realejo en 1496. Esto dio lugar al final de la conquista y al desmoronamiento de la sociedad isleña, por lo que estos menceyes nunca fueron sucedidos en el cargo.

Muy tardíamente, y de mano de Juan Bethencourt Alfonso, sale a la luz el nombre de Ichasagua, elegido mencey por los alzados en 1502 y popularizado en los últimos tiempos. Según parece el nombre lo saca de algunos documentos del siglo xviii guardados en la Casa-Fuerte de Adeje y donde se lee «...do dicen el llano del rey Ychasagua...», sin que se aporten más datos. 


Resumen onomástico de los últimos menceyes:
  • TAORO: Himenechia (Torriani) — Bentor (Chil y Naranjo)
  • TENERIFE: Ichasagua (Bethencourt Alfonso) 

Los menceyes "intermedios"

Después de revisar las listas de los primeros menceyes y de los que gobernaban durante la conquista, voy a mencionar ahora a los reyes que podríamos llamar "intermedios", pues corresponden a menceyes que gobernaron entre las dos generaciones mencionadas.

En este asunto los historiadores no son nada claros. Ya dije que los primeros estudiosos suponían a los menceyes de la conquista descendientes, y no hijos directos, de los nueve primeros reyes. Así las cosas, los nombres de los menceyes que debieron reinar entre ambas generaciones no son mencionados por casi ningún autor.

El primero que hace mención a algún rey intermedio es Antonio de Viana, quien dice que Dadarmo reinaba en Güímar durante los acontecimientos de la aparición de la Virgen de Candelaria, fechada para él en 1390, y del regreso de Antón el guanche, 1451-1454. También indica que Serdeto era el rey de Anaga durante el episodio de la expulsión de Sancho de Herrera por los guanches y la destrucción de la primera torre de Añaza hacia 1472.

Viera y Clavijo, en su intento de casar las listas de los historiadores anteriores, nombra a Quebehi Imobach como hijo de Bentenuhya y mencey de Taoro presente en las Paces del Bufadero de 1464.

Es muy tardíamente, siglo xix, cuando Juan Bethencourt Alfonso da el nombre de algunos otros menceyes, tanto anteriores a la conquista como posteriores. Para él, antes de Añaterve gobernaba Güímar su padre Sortibán. También menciona para Taoro a Betzenuhya como nieto de Tinerfe, y a Imobac como protagonista de las Paces del Bufadero y padre de Bencomo.


Resumen onomástico de los menceyes intermedios:
  • ANAGA: Serdeto (Viana y Bethencourt Alfonso)
  • ÍMAR: Dadarmo (Viana y Bethencourt Alfonso) Sortibán (Bethencourt Alfonso)
  • TAORO: Imobach (Viera) Imobac (Bethencourt Alfonso) Betzenuhya (Bethencourt Alfonso)

Los menceyes de la conquista

Llegados al tiempo de la conquista de Tenerife, entre 1494 y 1496, los autores primitivos Espinosa, Torriani y Abreusólo mencionan a Benchomo de Taoro y Acaymo de Güímar. Espinosa y Abreu caen en la contradicción de hacer a Acaymo, que para ellos era el primer rey de Güímar a finales del siglo xiv, contemporáneo de los hechos de la invasión castellana. ¿Podría ser otro rey de igual nombre o simple lapsus de los autores?.

El primero en dar todos los nombres de los menceyes es Antonio de Viana en su poema. Para él, al tiempo de la conquista gobernaban la isla Acaymo Daniaga de Tacoronte, Adxoña de Abona, Añaterve de Güímar, Belicar o Bellicar de Icod, Bencomo de Taoro, Beneharo de Anaga, Pelinor de Adeje y Romén de Daute. Viana omite el reino de Tegueste, sustituyéndolo por el de Teno, regido por Guantacara. Para él Tegueste era un señorío, gobernado por un señor del mismo nombre, hijo de Guahuco, bastardo de Tinerfe.

Juan Núñez de la Peña sigue a Viana, pero conserva el reino de Tegueste aunque sin especificar un nombre para su mencey, y omite el supuesto reino de Teno.

Marín de Cubas es el más extraño en este punto. Para él, que aceptaba la división de la isla en nueve reinos en el pasado remoto, al tiempo de la conquista Tenerife se hallaba bajo el poder de dos reyes y doce capitanes. Seguidamente enumera a varios señores sin especificar cuál es rey y cuál capitán; Añaterbe de Güímar, Belicar de Icod, Bencomo de Taoro, Guantacora de Teno, Jaineto de Tacoronte, Pelinor de Adeje, Raito de Anaga y Rumen de Daute. Hay que decir que después indica que Jaineto es capitán de Añaterve y que los personajes Jaineto y Rayco aparecen en el poema de Viana como capitanes de los reyes de Anaga y Tacoronte respectivamente.

Por último, para Viera y Clavijo los menceyes eran: Acaimo de Tacoronte, Añaterve de Güímar, Atxoña de Abona, Benchomo de Taoro, Beneharo II de Anaga, Pelicar de Icod, Pelinor de Adeje, Romén de Daute y Tegueste II de Tegueste.

Como con los primeros menceyes, los historiadores posteriores continuarán usando la lista de Viera.


Resumen onomástico de los menceyes de la conquista:
  • ABONA: nombre desconocido (Espinosa, Torriani, Abreu, Marín de Cubas) Adxoña (Viana) Axoña (Núñez de la Peña) — Atxoña (Viera)
  • ADEJE: nombre desconocido (Espinosa, Torriani y Abreu) Pelinor (Viana, Núñez de la Peña, Marín de Cubas y Viera)
  • ANAGA: nombre desconocido (Espinosa, Torriani y Abreu) Beneharo (Viana y Núñez de la Peña) Raito (Marín de Cubas) Beneharo II (Viera)
  • DAUTE: nombre desconocido (Espinosa, Torriani y Abreu) Romén o Romen (Viana, Núñez de la Peña y Viera) Rumen (Marín de Cubas)
  • GÜÍMAR: nombre desconocido (Torriani) Acaymo (Espinosa y Abreu) Añaterve (Viana, Núñez de la Peña y Viera) Añaterbe (Marín de Cubas)
  • ICOD: nombre desconocido (Espinosa, Torriani y Abreu) Belicar o Bellicar (Viana, Núñez de la Peña y Marín de Cubas) — Pelicar (Viera)
  • TACORONTE: nombre desconocido (Espinosa, Torriani y Abreu) Acaymo Daniaga (Viana) Acaimo (Núñez de la Peña y Viera) Jaineto (Marín de Cubas)
  • TAORO: Benchomo (Espinosa, Torriani, Abreu y Viera) Bencomo (Viana, Núñez de la Peña y Marín de Cubas)
  • TEGUESTE: nombre desconocido (Espinosa, Torriani, Abreu, Núñez de la Peña y Marín de Cubas) Tegueste (Viana) Tegueste II (Viera)
  • TENO: Guantacara (Viana) Guantacora (Marín de Cubas)

Conclusión sobre los nombres de los menceyes de la conquista
Actualmente, el único nombre que está documentalmente demostrado es el de Bencomo Benitomo según las fuentes contemporáneas de los hechos—, siendo el resto tomado por inventos de Viana y sus seguidores. Sin embargo, igual que ocurría con la lista de los primeros menceyes, algunos investigadores aprueban la posible lingüística guanche de muchos de ellos.

Los primeros nueve menceyes

A continuación voy a hacer una relación del nombre dado por los historiadores a los nueve primeros menceyes de cada reino guanche, hijos del último mencey unitario de todo Tenerife como ya se dijo en el apartado precedente.

Los historiadores Alonso de Espinosa, Leonardo Torriani y Juan de Abreu Galindo coinciden al indicar los nombres de los primeros menceyes. Estos eran: Atguaxoña (Espinosa), Aguassona (Torriani) o Atquaxona (Abreu) de Abona; Atbitocazpe (Espinosa y Torriani) o Atbitocarpe (Abreu) de Adeje; y Acaymo (igual para los tres autores) de Güímar. Para el reino de Taoro difieren ligeramente. Espinosa nombra a Betzenuhya Detzenuhia según Torriani— como el primer mencey de este bando, mientras que Abreu lo llama Imobac.

Los tres historiadores coinciden además en decir que ignoraban el nombre de los otros cinco menceyes, indicando que reinaban en Anaga o Naga, Tegueste, Tacoronte Centejo dice Abreu—, Icod o Icoden y en Daute.

Por su parte, en referencia a estos primeros menceyes, Viana no menciona el nombre de ninguno.

Juan Núñez de la Peña sigue a Espinosa, Torriani y Abreu en la nomenclatura de los primeros cuatro reyes de Abona, Adeje, Güímar y Taoro —Atguaxona, Atbitocazpe, Acaimo y Betzenuhia—, y aporta los nombres de los menceyes desconocidos para aquellos: Benecharo de Anaga, Caconaimo de Daute, Chíncanairo de Icod, Rumen de Tacoronte, y Tegueste del reino de su mismo nombre.

Para Marín de Cubas el último rey único dejó los hijos: Acaino de Güímar; Arbito Caspe de Adeje; Atguajona de Abona; Benecaro y Aguajuco en Anaga; Caconaimo de Daute; Chincanaino de Icod; Rumen de Tacoronte; y el rey de Tegueste, del que no da nombre propio. No nombra al primer mencey de Taoro.
 
Para finalizar, Viera y Clavijo hace una síntesis de los datos del resto de autores y da como nombres de los nueve hijos: Acaimo de Güímar; Atbitocazpe de Adeje; Atguaxoña de Abona; Bentenuhya o Bentinerfe de Taoro; Caconaimo de Daute; Chincanairo de Icod; Rumén de Tacoronte; Serdeto o Beneharo I de Anaga; y Tegueste del reino homónimo.

Los autores del siglo xix suelen seguir la lista confeccionada por Viera.


Resumen onomástico de los primeros nueve menceyes:
  • ABONA: Atguaxoña (Espinosa y Viera) Aguassona (Torriani) Atguaxona (Abreu y Núñez de la Peña) Atguajona (Marín de Cubas)
  • ADEJE: Atbitocazpe (Espinosa, Torriani, Núñez de la Peña y Viera) Atbitocarpe (Abreu) Arbito Caspe (Marín de Cubas)
  • ANAGA: nombre desconocido (Espinosa, Torriani y Abreu)Benecharo (Núñez de la Peña) Benecaro y Aguajuco (Marín de Cubas)Serdeto o Beneharo I (Viera)
  • DAUTE: nombre desconocido (Espinosa, Torriani y Abreu) Caconaimo (Núñez de la Peña, Marín de Cubas y Viera)
  • GÜÍMAR: Acaymo (Espinosa, Torriani, Abreu, Núñez de la Peña y Viera) Acaino (Marín de Cubas)
  • ICOD: nombre desconocido (Espinosa, Torriani y Abreu) Chincanairo (Núñez de la Peña y Viera) Chincanaino (Marín de Cubas)
  • TACORONTE: nombre desconocido (Espinosa, Torriani y Abreu) Rumen (Núñez de la Peña, Marín de Cubas y Viera)
  • TAORO: Betzenuhya (Espinosa y Núñez de la Peña) Detzenuhia (Torriani) Imobac (Abreu) Bentenuhya o Bentinerfe (Viera)
  • TEGUESTE: nombre desconocido (Espinosa, Torriani, Abreu y Marín de Cubas) Tegueste (Núñez de la Peña y Viera)


Conclusión sobre los nombres de los primeros menceyes
Los investigadores modernos llegan a la conclusión de que los únicos nombres históricamente aceptables son los cuatro dados por Espinosa, Torriani y Abreu, es decir, Acaymo, Atguaxoña, Atbitozape y Betzenuhya. Los demás se dan por apócrifos inventados por Núñez de la Peña, aunque algunos son aceptados por algunos autores como de posible lingüística guanche —Aguahuco, Beneharo, Caconaimo, Chincanairo—.


Véase las entradas previas Nota sobre las fuentes históricas y Bibliografía consultada para mayor información sobre los autores citados.

El último mencey único de Tenerife

Como ya se ha dicho, los primeros historiadores aluden a que Tenerife se hallaba bajo el poder de un único mencey a finales del siglo xiv, a cuya muerte o vejez sus nueve hijos crearon los nueve menceyatos.

Sobre el nombre de este último rey único los primeros cronistas lo ignoraban. Abreu Galindo dice que fue Betzenuriia —nombre que Espinosa y Torriani dan para el primer rey de Taoro—. Con Viana se populariza entre los historiadores posteriores el nombre de Tinerfe el Grande para el último mencey unitario, si bien la mayoría de los investigadores modernos lo consideran invento del poeta.

Para Tomás Marín de Cubas, hubo un rey único en 1347 llamado Betzenuriga, pero en el texto no deja claro si este era el último mencey y padre de los nueve clásicos, o uno anterior.


Resumen del nombre del último rey unitario según las fuentes
  • TENERIFE: nombre desconocido (Espinosa y Torriani) — Betzenuriia (Abreu) — Tinerfe (Viana, Núñez de la Peña y Viera) — Betzenuriga (Marín de Cubas) 

Véase las entradas previas Nota sobre las fuentes históricas y Bibliografía consultada para mayor información sobre los autores citados.

Las dinastías guanches

Se ha popularizado la idea de que los nueve menceyes de la conquista eran hijos de aquellos otros nueve vástagos del último rey unitario de Tenerife. Sin embargo, los primeros historiadores dejan relativamente claro que la división de la isla sucedió un tiempo antes de la conquista, y que descendientes de los nueve primeros reyes eran los que gobernaban a la llegada de Alonso Fernández de Lugo y sus tropas. El más categórico es Juan Núñez de la Peña quien, después de hacer un relato de la división de la isla, dice textualmente: «...y descendientes de ellos eran los que reinaban cuando fue la Isla conquistada...».

Todos coinciden en indicar lo remoto de la creación de los nueve bandos, con una variación entre autores de cien a ciento cincuenta años antes de la invasión. ¿Cómo se explica entonces que fueran los hijos de estos los que gobernaban durante la conquista? Hay que tener en cuenta que investigaciones modernas dan para las poblaciones guanches una esperanza de vida media de poco más de treinta años.

Esta concepción dinástica de los menceyes se debe a José de Viera y Clavijo, en el siglo xviii. Este historiador es el primero en fijar tal filiación entre las listas de menceyes, fundamentándose quizá en aquellas aseveraciones del poeta Viana sobre que el último rey único de Tenerife era “abuelo” de los menceyes de la conquista, tomando el término literal de padre del padre, mientras que otros autores suponen que en el texto abuelo vale por antepasado.

Sobre que se recordaran los nombres de los primeros reyes pero no los de la conquista, he formulado la hipótesis de que los primeros alcanzaron entre los guanches la categoría de divinidades, al haber sido los fundadores de los menceyatos. Esto lo baso en su arraigado culto a los ancestros —recuérdese que cada mencey juraba el cargo sobre un hueso del más antiguo de su linaje—, y sobre todo en la cita del navegante veneciano Alvise Cadamosto, quien arribó a las Canarias en 1450 y se informó de las noticias sobre Tenerife a través de los Herrera de La Gomera; dice el navegante que los guanches tenían «hasta nueve formas de idolatría». Para Buenaventura Bonnet, en su El mito de los nueve menceyes, la religión da la división de la isla, pero yo pienso que es al revés, y que la división en nueve bandos dio lugar a otras tantas idolatrías basadas en las efigies de los primeros reyes.

Por todo ello, cabe asegurar que los menceyatos tuvieron más de dos reyes entre la creación de los mismos y el inicio de la conquista de la isla en 1494.

El menceyato

El vocablo menceyato se popularizó a partir del siglo xix para referirse al territorio regido por un mencey. Es una composición moderna derivada del vocablo guanche mencey y el sufijo castellano –ato, utilizado para señalar jurisdicción. Antes de su popularización, los historiadores usaban los términos reino o bando.

El menceyato era la unidad territorial y política bajo el liderazgo de un mencey, en cuyos límites se desarrollaba la vida de los diferentes grupos guanches. El territorio se dividía a su vez en demarcaciones de menor entidad, regidas por un noble ¿achimencey?— en las que se agrupaban los diferentes clanes y se organizaba el trabajo. Algunos autores consideran que esta división del territorio continuaba con una subdivisión más, el auchón o cada núcleo familiar.

En el momento de mayor contacto con los europeos —siglo xv la isla se encontraba dividida en nueve menceyatos: Abona, Adeje, Anaga, Daute, Güímar, Icod, Tacoronte, Taoro y Tegueste

Asimismo, la parte central de la isla —cordillera dorsal y vega de La Laguna— era zona más o menos comunal sin adscripción fija a un determinado menceyato. En esta zona los territorios en los que se desarrollaba forzosamente la trashumancia del ganado todos a excepción de Daute y Anaga— conseguían el forraje necesario durante la época estival, y era zona de paso entre menceyatos.

Cada menceyato constaba de un territorio con los suficientes recursos naturales para la subsistencia de la población. Esto provocaba que los de la vertiente sur, más áridos, poseyeran una mayor extensión que los del norte, más ricos en agua y cobertura vegetal.

Menceyatos. Los puntos corresponden a los núcleos urbanos de los actuales municipios. 
Elaboración propia en base al mapa de Luis Diego Cuscoy en Los Guanches... (véase Bibliografía consultada)


Los nueve menceyatos
  • Abona. Menceyato del sur de la isla. Su extensión se correspondía aproximadamente con los municipios actuales de Fasnia, Arico, Granadilla de Abona, San Miguel, Vilaflor y parte del de Arona.
  • Adeje. Situado al suroeste, su territorio abarcaba los municipios actuales de Adeje, Guía de Isora y Santiago del Teide, así como parte del de Arona.
  • Anaga. Este menceyato ocupaba el extremo noreste de la isla, situándose en el macizo de Anaga. Ocupaba gran parte del municipio de Santa Cruz de Tenerife, así como partes del de San Cristóbal de La Laguna y El Rosario.
  • Daute. Se situaba en el extremo noroccidental de Tenerife, en el macizo de Teno, en lo que hoy en día son los municipios de Buenavista del Norte y Los Silos
  • Güímar. Menceyato situado al sureste, en el territorio de los actuales municipios de Arafo, Candelaria, Güímar y parte del de El Rosario.
  • Icod. Se localizaba en el norte de la isla, ocupando los actuales municipios de El Tanque, Garachico, Icod de los Vinos y La Guancha.
  • Tacoronte. Abarcaba los municipios actuales de La Matanza de Acentejo, El Sauzal, Tacoronte y parte de San Cristóbal de La Laguna (Valle de Guerra).
  • Taoro.Situado en el norte, ocupaba la extensión actual de San Juan de la Rambla, Los Realejos, La Orotava, Puerto de la Cruz, Santa Úrsula y La Victoria de Acentejo.
  • Tegueste. Menceyato del norte, abarcaba el actual municipio homónimo y gran parte del de San Cristóbal de La Laguna. 


«...de un reyno que era se dividió en nueve...»
Los primeros historiadores coinciden al indicar que, tiempo antes de la conquista, la isla entera se hallaba bajo el poder de un único mencey y que, a la muerte o vejez de este, sus nueve hijos se repartieron la tierra, creando así los nueve menceyatos

Esta división debió ocurrir después de 1347 —fecha en que aún había un único mencey según relato de los marineros mallorquines—, y antes de 1390 ó 1400 —aparición de la Virgen de Candelaria en que ya había nueve menceyes—.

Sin embargo, el mencey de Taoro, que era el primogénito del rey único, siempre tuvo preeminencia entre todos, teniendo la consideración de gran rey.


Los menceyatos durante la conquista
En el momento de la conquista europea, los menceyatos se dividieron entre aquellos cuyos menceyes pactaron una alianza con los conquistadores, llamados bandos de paces Abona, Adeje, Anaga y Güímar, y los que se opusieron a la invasión, denominados bandos de guerra Daute, Icod, Tacoronte, Taoro y Tegueste.

El mencey

Características
El término mencey fue traducido por los historiadores como ‘rey’, siendo aportado por lingüistas posteriores el significado más exacto de ‘principal, primero’ mediante su comparación con lenguas bereberes.

Como queda dicho en el Preámbulo, la sociedad guanche se encontraba fuertemente estratificada, estando situado el mencey en la cúspide de la pirámide social. Acaparaba el poder absoluto en todos los aspectos de la vida del guanche; dictaba las normas, impartía justicia, dirigía los actos religiosos y comandaba los enfrentamientos bélicos. Todos los bienes del territorio estaban bajo su custodia, y eran repartidos por él entre los vasallos atendiendo a la categoría social y a los servicios prestados.

Los menceyes practicaban la pureza de la sangre en sus matrimonios, casándose únicamente con la alta nobleza. Si no se encontraban otras pretendientes adecuadas, se casaban incluso entre hermanos. Algunos historiadores sostienen que el mencey podía ejercer la poligamia. 

No eran sucedidos directamente por sus hijos, sino que la sucesión era fraternal. Así, muerto un mencey le sucedía su hermano, siguiendo la línea lateral hasta que, agotada ésta, volvía la jefatura al primogénito del primer hermano.

De la ceremonia de nombramiento de un nuevo mencey se conservan algunos pormenores. El aspirante, que había de ser elegido por el tagoror, juraba ante la asamblea besando primero un hueso del más antiguo de su linaje, que tenían como reliquia, para luego pronunciar un juramento colocando el referido hueso sobre su cabeza. Luego, los componentes del tagoror juraban someterse al nuevo jefe colocando el hueso sobre su hombro derecho.

Los historiadores conservaron el juramento del mencey:

Agoñe yacoron yñatzahaña chacoñamet
'Juro por el hueso de aquel día en que te hiciste grande'
El símbolo visible del mencey era un lanza larga, denominada añepa, que estaba confeccionado en maderas nobles y que lo precedía en sus desplazamientos, anunciando su paso.


Los menceyes en la nueva sociedad colonial
Después de terminada la conquista e iniciado el proceso colonizador, los menceyes fueron integrados en la nueva sociedad con cierta deferencia. Así, ellos y sus parientes más próximos —hermanos e hijos— fueron tratados siempre con el tratamiento de don, reservado en aquella época a la nobleza. El uso del don fue impuesto no sólo a los menceyes que se habían aliado a los conquistadores, sino también a aquellos que se habían opuesto a la invasión.


La imagen del mencey en la cultura popular
Se suele tener una imagen de rey romántico sobre la figura del mencey, pero no hay que olvidar que técnicamente, este era, en esencia, un líder tribal de un pueblo que mantenía unas costumbres arcaicas si se comparan con la cultura europea contemporánea—. Así, en el imaginario popular se le dan a los menceyes los atributos del rey medieval clásico, complementado con todas las características del "buen salvaje".

Contexto histórico

Al tratar el tema de los menceyes, los investigadores suelen acudir a varios momentos históricos en los que los antiguos reyes, o algunos de ellos, son protagonistas.


Aparición de la Virgen de Candelaria
El más antiguo de estos hechos es la aparición en las playas de Güímar de la imagen de la Candelaria. La fecha de este suceso es controvertida. Para los primeros historiadores como Espinosa, Torriani, Viana y Abreu Galindo, tuvo lugar entre 1390 y 1405. Modernamente, y basándose en las etapas evangelizadoras y la imaginería de la talla original, Rumeu de Armas fecha el acontecimiento en el espacio de tiempo comprendido entre los años 1430 y 1450.

Con referencia al tema que nos ocupa, los historiadores aportan al tratar este hecho la lista de los reyes y sus territorios, aunque son pocos los que dan nombre propio a los menceyes.


Paces del Bufadero
El otro hecho donde se menciona a los nueve reyes y sus reinos son las conocidas como Paces del Bufadero, un acto simbólico que llevó a cabo Diego García de Herrera en 1464. En este acto, protocolizado por el escribano Fernando de Párraga, Herrera hace constar que los nueve menceyes de Tenerife se le sometían.

Relacionado con este acontecimiento se encuentra la destrucción de la primera torre de Añaza, levantada por Herrera poco después de las Paces, hacia 1472. Debido a una infracción en los términos de las paces, el mencey de Anaga expulsa de la isla a los hombres de Herrera.

Acerca de los guanches

Guanche es el término con el que se conoce a los primeros pobladores de la isla de Tenerife Achineche, dándosele tradicionalmente el significado de ‘hombre de Achineche’. Hay que indicar que también se ha generalizado el término para referirse a todos los antiguos habitantes de Canarias.

Según la idea más aceptada, los guanches procedían del norte de África, siendo en origen grupos bereberes que, no se sabe cómo ni por qué, arribaron a las islas Canarias hacia el 2500 a. C. Sucesivas oleadas posteriores conformaron la “raza” canaria que encontraron los europeos a su llegada entre los siglos xiv y xv y que, según estudios, perdura en parte de la población canaria actual. Hay que destacar, sin embargo, que los arqueólogos e investigadores sostienen hoy que Tenerife y La Gomera quedaron al margen de las migraciones posteriores, manteniendo la denominada cultura de sustrato más inalterada.

Los guanches eran principalmente una sociedad pastoril basada en la cría de cabras, ovejas y cerdos, desarrollando de manera complementaria una agricultura básica de cereales cebada y trigo. La recolección de recursos naturales como frutos, semillas o raíces, el marisqueo, la pesca, la caza de animales salvajes como aves o lagartos, y la elaboración de productos derivados como la manteca, el queso o el gofio, completaban su modo de subsistencia.

Habitaban en cuevas, en algunos casos labradas en la toba volcánica, aunque también construían chozas de piedra. No existían los poblados propiamente dichos, sino que los individuos se agrupaban según la disposición de las cavidades naturales. De estas, elegían con preferencia las situadas en las laderas de los barrancos, así como en los acantilados costeros.

En cuanto a su desarrollo tecnológico, los guanches continuaban prácticas neolíticas, pues la falta de metales en la isla les obligaba a valerse de una industria basada en la piedra y el hueso principalmente. Trabajaban además la madera y practicaban un estilo de alfarería sin torno que ha llegado a nuestros días.

La sociedad estaba fuertemente jerarquizada de manera piramidal, con un máximo dirigente, el mencey, del que, por proximidad sanguínea, partían otros tres estratos: la alta nobleza, achimencey; el resto de nobles, cichiciquitzo; y los plebeyos, achicaxna. Esta división en castas estaba basada en un mito creacionista en el que el Creador había hecho primero a los nobles, a los que había dado los ganados, y después a los plebeyos, a los que dijo que debían servir a los primeros para subsistir. Los asuntos del común se trataban en el tagoror, especie de plazoleta cercada, que era dirigido por el mencey y se componía de los ancianos y nobles.

Era también una sociedad guerrera, existiendo enfrentamientos entre los diferentes bandos sobre todo por hurtos de ganado o por invasión de territorios. Las armas que usaban eran lanzas, venablos, mazas o garrotes y piedras arrojadizas. A modo de escudo utilizaban sus propios vestidos tamarco— enrollados en el brazo, o unas pequeñas rodelas de madera de drago. Los guanches eran educados en las artes de la guerra desde temprana edad, siendo muy diestros en el lance y esquive de proyectiles.

Su religión se basaba en creencias animistas, con culto a los ancestros, los astros y a determinadas divinidades tanto positivas como negativas Achaman, Guayaxerax, Guayota, Chaxiraxi,...—. Poseían sacerdotes, así como lugares de culto en montañas o roques determinados, donde labraban cazoletas y canaletas para las libaciones. Creían asimismo en la vida después de la muerte, conservando los cadáveres de la putrefacción mediante el secado del cuerpo mirlado o momificación, aunque esta práctica estaba reservada para la nobleza.

Nota sobre las fuentes históricas

Al tratar sobre los guanches y los menceyes, existen diversos tipos de fuentes que se pueden consultar.

En primer lugar están los documentos oficiales contemporáneos, en los cuales, desgraciadamente, no abundan las referencias a los menceyes, pero sí se dan ciertos detalles de suma importancia.

Luego están las fuentes provenientes de los historiadores. Los primeros que tratan sobre estos temas son algo posteriores a los hechos, pues sus obras son de finales del siglo
xv. Estos autores se basan en manuscritos antiguos, así como en informaciones orales de los descendientes de los guanches.

Entre estos primeros estudiosos sobresalen el ingeniero Leonardo Torriani Descripción e Historia del Reino de las Islas Canarias, 1590— y Fray Alonso de Espinosa Historia de Ntra. Sra. de Candelaria, 1594—, aportando ambos informaciones muy similares, por no decir iguales. Tras ellos llega el gran problema de la historiografía canaria en el tema que nos ocupa, el poeta-historiador Antonio de VianaLa conquista de Tenerife, 1604—.

Viana escribió un poema épico aprovechando informaciones históricas y, quizás, también fuentes orales. El problema surge porque su obra mezcla indistintamente la verdad histórica con la invención literaria, tomando muchos autores posteriores sus aportaciones como dogma de fe.

Los historiadores siguientes —Fray Abreu Galindo, 1632; Juan Núñez de la Peña, 1676; Tomás Marín de Cubas, 1694; y José de Viera y Clavijo, 1772— beben de los anteriores, agregando algunos detalles sobre los hechos al poder consultar las fuentes primarias, es decir, los textos contemporáneos de la conquista y colonización —libros de datas, documentos notariales, acuerdos del Cabildo,...—.

Llegados al siglo xix, sobresalen dos autores que, si bien aportan información que se ajusta en cierta medida a los descubrimientos arqueológicos y las investigaciones modernas, están basados sobre todo en información oral. Hablo de las obras de Manuel de Ossuna y Saviñón, su hijo Manuel de Ossuna y Van den Heede, y Juan Bethencourt Alfonso. Obras que han sido tomadas por muchos amantes de lo guanche como verdaderas biblias.

A este respecto tengo que agregar que creo en cierta veracidad en los datos transmitidos oralmente entre la población —en el Sur de la isla sobrevivían familias que se sabían descendientes de los guanches en pleno siglo xviii—, pero hay que tener en cuenta que seguramente muchos de estos datos estaban “contaminados” por las propias ideas de los autores. Por ello, hay que tomarlos con mucho cuidado y sentido crítico.

Por último están las investigaciones llevadas a cabo por estudiosos a lo largo del siglo xx, en cuyos trabajos cotejan las diversas fuentes anteriormente citadas. Entre estos trabajos destacan los de Buenaventura Bonnet «El mito de los nueve Menceyes», Juan Álvarez Delgado «La división de la isla de Tenerife en nueve reinos» y el capítulo VI de «La conquista de Tenerife» de Rumeu de Armas titulado Estructura política de las monarquías aborígenes.


Nota: En la siguiente entrada podrás ver un listado de estas y otras fuentes que tratan sobre la cultura guanche y la conquista de la isla.